Le dijo el viento al tándem: “hace rato que os observo, ¿adónde llevas a estos dos hombres?”. “Les acompaño a cumplir una misión”, contestó el tándem. “¿Cuál es esta?”, volvió a preguntar el viento. “Ayudan a los demás a ver las cosas de forma diferente” respondió el tándem. El viento se rió y dijo: “Eso es fácil de conseguir, yo lo hago continuamente pues soy capaz de cambiar de parecer a cada momento”. El tándem pensó su respuesta y contestó de nuevo: “tú lo haces sin saber porqué, está en tu naturaleza; sin embargo las personas necesitan ser conmovidas. Ellos lo saben. Sígueles unos días y lo comprenderás”. Y el viento guardó silencio.
05 agosto 2010
125 kilómetros. 5 horas y 47 minutos
JL:
Hoy hemos entrado en Francia por la población Marckolsheim. Hemos cruzado la frontera, el Rhin y la famosa Línea Maginot. Esta línea consistía en una serie de fortificaciones construidas para proteger la linde de Francia con Alemania y Italia. En su día constituyó la principal esperanza de Francia frente a las aspiraciones bélicas de Alemania. Era una defensa lineal, con fuertes y bunkers a lo largo de ella. Estos a su vez estaban unidos por obstáculos anti-tanques y alambre de espino. La línea corría paralela a la frontera unos 10 km al interior de Francia y el sistema en conjunto tenia de 20 a 25 kms de ancho. Cifras impresionantes para todo un despliegue de ingeniería y estrategia militar que el ejército alemán no tardó en anular dado que su ataque se llevó a cabo, como suele ocurrir, por donde menos se esperaba: desde Bélgica. Hoy día existe una ruta cicloturista que sigue el trazado de la antigua Linea Maginot.
Nosotros no hemos tenido ningún problema en atravesarla con nuestro tándem, armados tan solo de un hinchador y una cámara de video.
Una vez cruzado el rio la ruta giraba hacia el sur y ha trascurrido paralela al Rhin, aprovechando un corredor de terreno llano entre dos sistemas montañosos, con un paisaje dominado por toda clase de cultivos de huerta, manzanos, y sobre todo grandes plantaciones de maíz.
Nos encontramos en el Condado de Alsacia, zona hermosa, rica y estratégicamente situada en el centro de Europa, tan disputada como el Ducado de Milán y que ha cambiado de señorío incontables veces en los últimos siglos.
El perfil era fácil, pero como suele ocurrir en los valles fluviales, estos son auténticos túneles de viento. Y, aparte de un pinchazo a los 400 metros de salir del hotel, el viento ha sido por enésima vez la principal dificultad del día.
Un nuevo cambio de país significa acostumbrarse a un nuevo idioma, nuevos productos, usos, horarios……., y a toda una serie de pequeños detalles cuyo conocimiento resultan muy útiles para la adaptación. Particularmente nos llama la atención la dificultad para encontrar personas que hablen inglés, cosa que no nos ha ocurrido en los países escandinavos, Polonia o Alemania. Tanto es así que en una farmacia en la que he entrado a comprar vitaminas, la farmaceutica me quería explicar la diferencia entre unas tabletas con 11 vitaminas y otras con 11 vitaminas más ginseng. Supongo que no encontrando las palabras que deseaba no ha tenido mejor ocurrencia que hacer con la mano el gesto de potencia viril, con toda la naturalidad del mundo. Así es que imaginaos yo de pie vestido de ciclista y diciendo "ah ya comprendo", mientras me aguantaba la risa. ¡Qué profesional!.
Hoy dormimos en un albergue de carretera. Pero que no os confunda el nombre. Se trata probablemente del alojamiento más digno desde que comenzó el reto. No hemos desaprovechado la ocasión para darnos a conocer en el comedor. Y con la panza llena nos vamos a dormir para recuperar fuerzas.
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Qué bonito cuento, y ahora comienza la jornada de clamar al cielo y apiadarse de los vientos: NUESTRO ENEMIGO PRINCIPAL (con lo bien que se está portando Paco, aguantando km como un jabato...). Además, corregidme si me equivoco, a pesar del de hoy, tenemos RECORD positivo de pinchazos!
Sr. viento, no te odiamos, pero por favor, toma ya decisión de una vez y ponte a soplar de tramontana, joder! Ahora lo que necesitamos es que des por culo literalmente (y no metafóricamente como acostumbras).
Por mi parte, me pongo con el vodoo desde ya. Según se levanten los aires, me esperan 12 horas de soplar dirección norte e ir con paraguas a todas horas (por si le da por descargar). Que el viento nos proteja!
Muy chulo el cuento, que importante es ver las cosas desde otros puntos de vista para motivarse y seguir. Además, aunque lejos, sólo saber que estáis en Francia ya parece que sea más cerca!!! ánimo!Como dice R, que el viento nos proteja! ;P
La vida del familiar que se queda es dura, te pierdes muchos momentos bonitos, divertidos, únicos..., "en casa" o "en la aventura". Cuando tienes hijos la espera es más dura, tienes que compensar la falta haciendo por dos, para que a lo largo del día no sean muchas las veces que digan echo de menos a papá. Pero esta espera, esta pérdida es momentánea, dura "poco" (40 días) y ayuda a que menos personas sufra en "sus carnes" esta soledad para siempre, porque los seres queridos se van, se han ido por culpa de esta maldita enfermedad.
Así que, qué pérdida más tonta es esta de 40 días. Lo que queda es ORGULLO, de lo que pasó de lo que vendrá, de tener un GRAN PAPÁ, y después el reencuentro. Porque es nuestro, de nuestra familia.
Baos