Al poco de salir hemos llegado a Mingarría. Aquí buscábamos la fuente para llenar agua, pero dos personas del pueblo nos han advertido que no bebiéramos de ella, ya que piensan que tiene mucho arsénico (¿demasiada química en la agricultura?). La gente en los pueblos parece estar siempre más dispuesta a ayudar que en las ciudades. Se han llevado los bidones a su casa, calle abajo y nos los han traído llenos. Hemos charlado unos minutos con ellos mientras devorábamos ante sus ojos un bocadillo a una velocidad nunca vista en este pueblo. A la salida los niños de la escuela nos jaleaban desde el patio. ¿Qué tendrá en tándem que a todos hace sonreir?, sobre todo a los niños.

Posteriormente hacia Olmedo y luego a Medina del Campo, donde hemos tenido el placer de contemplar el bellísimo castillo de La Mota. Por supuesto no nos podemos permitir visitarlo por dentro, pues el tiempo apremia. Seguimos la ruta pasando cerca de poblaciones como Alaejos, de la que, ya desde la distancia en la carretera, llaman la atención las dos magníficas torres de sus iglesias.

El viento nos ha machacado. Finalmente llegada a Toro a las 22:10, con las últimas luces; por suerte los días son largos. Muy cansados y con el tiempo justo de comer algo y a dormir.